Una contribución al desarrollo de la educación nacional
FORO ESTATAL DE CONSULTA SOBRE EL PLAN NACIONAL DE DESARROLLO 2013 – 2018.
Miguel Bazdresch Parada. (ITESO)
Guadalajara, Jalisco 16 de abril, 2013.
1. La educación nacional a sufrido varias e importantes reformas en los últimos 20 años. Para recordar se pueden mencionar: La descentralización de 1992, La reforma integral de la educación básica 2004 y años siguientes, la aceptación y publicación de la evaluación internacional PISA 2003, la introducción al aula de los recursos digitales 2004 y años siguientes, la apuesta por la calidad de la educación (Alianza por la Calidad Educativa) con mejoras en la capacitación de docentes, el examen para el ingreso al servicio educativo 2008 y la evaluación del logro escolar (ENLACE) 2008
2. Estas reformas han sido importantes, sí han impactado al sistema educativo nacional y a los actores educativos. También a la sociedad en general. Sin embargo, han sido parciales e insuficientes. La implementación de las mismas ha sido desigual, tropezada, muy lenta y quizá carente de los cuidados necesarios. Tanto así que el actual gobierno de la República ha aprobado una nueva reforma en tres puntos nodales del desarrollo educativo: La calidad de la educación, la evaluación del sistema educativo nacional mediante la definición del carácter de órgano constitucional autónomo y la relación del gobierno con los trabajadores de la educación mediante la instauración del servicio profesional docente.
3. Pudiera parecer que la tarea reformadora de este gobierno ya está declarada y sólo falta diseñar las operaciones concretas y aplicarla. Sin embargo, ese parecer es una ilusión. La educación nacional requiere más modificaciones, algunas de tan radicales quizá irrealizables en este sexenio.
4. La radicalidad citada no está tanto en una proponerse novedades hasta ahora impensadas o en aplicar recetas interesadas y poco patrióticas como la tentación de privatización, del todo muy poco recomendables. La radicalidad se trata, en primer lugar, de afinar con mucho mayor cuidado la aplicación cotidiana de las propuestas ya establecidas y hasta ahora fallidas por ese descuido en su implementación. Y, desde luego, también se trata de abordar los pendientes que han quedado en el largo proceso de reforma educativa iniciado en el 1992 y claramente inconcluso.
5. ¿Cuáles aspectos se han descuidado? En primer lugar recuperar la dimensión ética de la educación. La ética como disciplina se propone acompañar el proceso de pensamiento de las personas y de las sociedades para encontrar los principios fundadores, incontrovertibles de la acción personal y colectiva, a fin de orientar las decisiones prácticas que hace faltar tomar ante la realidad siempre compleja, vivir en ella y aprovecharse de sus recursos y posibilidades. La ética, me atrevo a decirlo, ha sido una ausencia permanente en el desarrollo educativo en los últimos años. Desde luego no en los discursos y sí en las decisiones prácticas. La ética educativa nos pregunta por el principio fundante incontrovertible de la educación nacional. Nos interroga acerca del principio que vamos a aducir para justificar el dedicar tanta energía, recursos, presupuesto y trabajo a la tarea educativa. ¿Por qué educar, por qué educamos?
6. Pudiera parecer un despropósito preguntarse hoy por este principio. Es obvio puede decirse. Sin educación no vamos a ningún lado, se puede añadir. Se supone que la educación es natural: los padres enseñan a sus hijos, los hijos aprenden de la familia, los estudiantes aprende de sus maestros, los maestros de sus formadores y todos aprendemos de lo que hacemos y de lo que nos pasa. Sí, así es. No pretendo desmentirlo. Sin embargo, olvidamos que el hecho educativo es íntimo. Nadie puede educarse por otro. Cada ser humano se educa por sí mismo. Sí, requiere a los demás para confrontar y corregir su educación, para no engañarse a sí mismo. De tal modo que el principio incontrovertible por el cual educamos es “ofrecerle a cada ser humano las condiciones necesarias para que pueda realizar el hecho educativo”, ese que lo va a educar. Por tanto, todo lo que hacemos para la educación debe juzgarse respecto de su idoneidad, con base en ese principio y preguntarnos ¿Tal programa, tal maestro, tal edificio, tal política… colabora a que el ser humano en situación de educarse puede realizar mejor el hecho educativo, y por tanto aprender?
7. La libertad, distintivo primordial del ser humano, libertad con la cual nacemos cada quien, es la principal materia de la educación: Aprender en qué consiste “libertad”, los límites que le impone y le posibilita la realidad, las consecuencias de usarla y el modo de proceder para ejercer la soberanía que implica. Esta es la tarea que realizamos con el acto educativo y que en la sociedad llamamos educación: Empieza en el seno materno y termina con la muerte. De la realidad y verdad de ese distintivo principal se deduce el principio antes enunciado: Educamos para proporcionar las mejores condiciones para que todo ser humano pueda hacer los actos educativos necesarios para desarrollar armónicamente sus facultades. Educamos porque nos hacemos cargo de la índole del desarrollo de cada ser humano que nace en nuestra sociedad y porque nos encargamos de construir una sociedad capaz de garantizar, eso que llamamos derecho a la educación de todo mexicano y que no es otra cosa, que asegurarle las condiciones de su desarrollo personal y colectivo. Todos somos responsables de todos.
8. Si aseguramos y recuperamos la dimensión ética de la educación y cuidamos de manera cotidiana de revisar nuestras propuestas y políticas educativas a la luz de esa dimensión podemos asegurar una educación nacional pertinente y adecuada a las realidades de nuestra sociedad: Globalización, Ciudadanía mundial, Democracia, Nueva cultura de comunicación, Interculturalidad, Inseguridad, Pluralismo social y político y Economía capaz de superar y ya no producir más la pobreza y sí alcanzar competitividad y productividad.
9. Se puede decir con verdad que las reformas a la educación nacional cumplen con la revisión que se propone en los párrafos anteriores. No obstante, la realidad nos cuestiona. El cuidado de todos los detalles y aspectos a tomar en cuenta en la implementación de las políticas trazadas en estos veinte años no ha sido el necesario. A modo de ejemplo (no hay tiempo de más) enunció dos de esos aspectos.
10. En primer lugar la formación inicial del docente. Es cierto que se han emprendido planes ambiciosos y de fondo para reformar la educación normal. Hoy el país requiere profesores realmente formados como profesionales de la enseñanza. No comparto la persecución mediática que se ha hecho de los maestros en las últimas semanas y por medio de algunas campañas mediáticas, de buena intención pero de pésimo gusto. Los profesores son parte de la solución no parte del problema. Y lo serán con mayores capacidades si son profesionales de la educación. Y tal condición requiere que los profesores mexicanos adquieran su título en la Universidad. El normalismo fue y es una corriente de formación fundamental para el país, sin duda. Quizás no se le ha reconocido ese aporte. No obstante, hoy las condiciones y los nuevos contextos exigen profesionales con una formación que vaya más allá del normalismo. Y esa será posible si los profesores se forman universitariamente, en medio de procesos de socialización con los jóvenes que estudian todas las otras carreras que la universidad ofrece y exigidos de adquirir el dominio de la cultura superior y las competencias para la vida y el trabajo que hoy demanda la sociedad, al menos los dos primeros años de su carrera y luego la complementen, en una Normal innovadora, con la formación pedagógica y psicológica pertinente para los diferentes niveles educativos. Si alguna evidencia puede probar la importancia y necesidad imperiosa de esta posible política es la cantidad de horas que hoy y desde hace años, dedican los profesores a capacitación. Tanto que hoy la capacitación sirve más para ofrecer incentivos al salario de los docentes que de profesionalización real.
11. En segundo lugar y para finalizar esta aportación: Los cuidados necesarios para implantar las reformas, las ya decretadas y las que están ahora en construcción y que seguramente llevarán todo el sexenio, implican un nuevo estilo de gobierno educativo. Quizás un nuevo modelo de gobierno educativo. La gestión pública involucrada en la administración de la educación en los diversos órganos de gobierno no tiene la calidad necesaria. Y no es un asunto de los gestores, que al igual que los profesores son parte de la solución y no el problema. Es un estilo de gestión vetusto, centrado en el control y que desdeña la confianza. Empeñado en el papel y renegar de las técnicas y tecnologías disponibles hace tiempo, sobre todo para la comunicación, tarea titánica en un universo de más de un millón y medio de personas. Descentralizar, gestionar con base en responsabilidades y distinguir la administración de los procesos académicos obligados en escuelas, zonas y sectores es apenas un punto a rediseñar.
12. En síntesis: Recuperar la dimensión ética de la educación. Recuperar el principio fundador del porqué educamos en este país, centrado en el desarrollo de la libertad y demás facultades del ser humano. Formación inicial universitaria de los profesores como medio para formarse como profesionales desde el inicio de su carrera. Y reforma administrativa de la gestión de la educación, hacia una gestión pública moderna, capaz de operar con una ética pública educativa congruente con las demandas de México, esta Patria a veces olvidada, otras manipulada y necesitada de ser re significada en cada corazón de cada mexicano.