jueves, 24 de septiembre de 2015

CONVIVENCIA ¿ES POTENTE PARA MODIFICAR EL CONTEXTO SOCIAL Y ESCOLAR?




La noción de convivencia y los conceptos que se han derivado de ella es un campo de reflexión y acción potente, en el cual se pone en evidencia la importancia de considerar la influencia y presencia de las emociones, sentimientos, afectos y actitudes en las relaciones entre personas humanas, especialmente para los procesos de aprendizaje.

En el territorio de las relaciones formales (las que se producen mediante formas aceptadas y acostumbradas) las personas tendemos a proceder de acuerdo a razonamientos que se han traducido en diferentes recursos prácticos y facilitan el intercambio, la comunicación, los acuerdos y los trabajos en común; por ejemplo, las cortesías. Incluso los conflictos parecen resolverse o al menos atemperarse si se tratan con acuerdo a la inteligencia. Esta costumbre o tendencia esta generada, entre otros factores, por la gran importancia asignada a la razón, frente a la fuerza, la intuición, la magia o ciertas atribuciones seudo -divinas a ciertos personajes. (Pocos años atrás aun existían emperadores considerados encarnaciones divinas, rectores de decisiones en pueblos enteros)

La razón a pesar del gran avance que significa frente a la magia, causó, entre otras cosas, relegar la emoción en los procesos de relación entre personas, pues estás se dejaron para el ámbito íntimo y privado en el cual sí podían expresarse y constituirse relacionalmente, puesto que ahí las formas (usos y costumbres) podían relajarse o evitarse.

Sin embargo, poco a poco los atributos y afectos de lo emocional han ocupado, casi en silencio, el campo donde la razón ha fracasado. Por eso, poco a poco se les ofrece ahora un lugar en la intelección, significación y valoración de las relaciones entre personas, sin importar el ámbito en el cual se producen y reproducen tales relaciones. Quizá el ejemplo más claro de esta irrupción emocional es la formación de los jóvenes en la cual se aprovecha cada vez más la motivación y la animación para la acción, con base en una combinación cada vez más sofisticada entre razones y emociones. El caso es el deporte.

La legitimidad de los afectos y emociones en la vida relacional de las personas legitima a su vez la noción de convivencia. Hoy se formulan sin dificultad objetivos y propósitos sociales y grupales basados en lograr una relación entre personas, grupos, pueblos y mundos en las cuales la convivencia sea mejor, más amplia y humana. Las normas racionales se ayudan de procesos emocionales que las complementan. Las relaciones se proponen también con un tejido emocional básico y se conciben como “relaciones de convivencia”.

En el ámbito escolar, en la tarea educativa, la relación entre maestros y estudiantes suele ser de autoridad antes que de convivencia. Sin embargo, la investigación educativa muestra una relación causal entre aprendizaje y clima escolar satisfactorio para todos los actores. El clima escolar o clima relacional puede estar marcado por actitudes y prácticas de control autoritario y formalista o por una relación “convivial” lograda mediante trato personal y colectivo de respeto, escucha, inclusión y comunicación. Los resultados de una relación autoritaria son diametralmente opuestos en el desempeñó y logros de aprendizaje de los estudiantes a los obtenidos en un clima de satisfacción subjetiva y colectiva asociada al respeto, cuidado y confianza enlas emociones y afectos.

En los años recientes con el incremento de la violencia social y criminal en nuestra sociedad, también se han incrementado los casos de conflicto escolar marcados por fenómenos asociados al uso de la violencia entre los actores escolares. En especial el acoso escolar. Esta realidad ha suscitado en las autoridades una reacción basada en el control de la conducta y en el castigo de las transgresiones, es decir acciones punitivas. Esta situación motivó la realización de investigación sobre los fenómenos de violencia escolar. Y, en nuestro caso (RLCE) motivo estudios del tema desde un enfoque alterno a la matriz social de la violencia, tal como es el de la convivencia. El clima escolar y los fenómenos violentos en la escuela se explican por una forma de convivencia escolar con marcada ausencia de referentes comunes que fortalezcan la identidad de los actores y sin la cual las conductas violentas se convierten en alternativa viable. Y más.

En suma, la convivencia se convirtió en un enfoque poderoso para reparar, construir y analizar las relaciones entre los actores escolares y la solución de los conflictos propiciados por las conductas violentas. El punto central que señala la investigación como clave para construir un clima escolar convivial está asociado a incorporar las emociones, los sentimientos y los afectos en las prácticas de los actores, es decir construir la legitimidad de lo emocional en la cotidianidad de la vida escolar y protegerla y animarla con disposiciones formales e informales que generen un clima de certidumbre para vivir las actitudes y prácticas de participación, inclusión y equidad.

No obstante, “modificar” el contexto escolar para construir “otra” convivencia no resulta fácil. Y así el poder explicativo de la “convivencia” decae cuando se trata de aprovecharlo para el cambio, pues queda reducido a cambios cosméticos o a cambios puntuales. La aceptación práctica de las prácticas “convivenciales” y las actitudes congruentes no resulta congruente con el contexto escolar que existe en el ámbito escolar y quizá social.

De ahí las siguientes preguntas:
¿Vale la pena insistir en la investigación “sobre, para, de la convivencia escolar” o es imperioso introducir otro concepto o noción para llevar a cabo lo sugerido por las investigaciones previas?

La convivencia supone poner en un lugar preponderante la libertad y la autonomía como fines de la educación, así, ¿el recursos a la convivencia puede ayudar (es óptima, es viable, es aceptable) para modificar el paradigma de la práctica educativa controladora y prescriptiva escolar actual?

Si los resultados de la investigación sobre la convivencia escolar indican el valor del clima convivencial en los centros escolares, para el mayor y más amplio aprendizaje de los estudiantes entonces para modificar los contextos ¿será necesario “empezar” por las relaciones que suscitan aprendizaje, antes que por las relaciones conviviales; o son las mismas?
Y, finalmente, con las respuestas qué se sugiere como práctica  académica congruente con  propósitos convivenciales y realidades. Prescriptivas resistentes a la transformación.